Una ardilla que merodeaba el tronco de un árbol y un cervatillo que corría apresurado sobre una ladera nevada, yo he contemplado esta tarde.
Hemos visto tu belleza y sin embargo, todo es transitorio y banal, bajo el agobio de nuestros deseos, caminamos encarcelados.
Cada día, la gente se levanta y no importa la nieve, el sol, la rudeza de la tierra, deben salir a trabajarla para ganar su sustento. No importa si la miseria lo arrope, la gente sale apresar sus sueños, a construir casas, proyectos que en un minúsculo momento, lo puede derrumbar la nada.
Pero luchan como gladiadores, conservan su territorio y sus amigos, su familia lo acompañan.
Pero somos tan solo un vaho ilusorio, que cree retener la riqueza, la felicidad, el placer.
A pesar del avance de la tecnología; todavía hay millones de pobres regados por todos los continentes, gentes que deambulan por las calles, sin casas, sin trabajo, sin seguridad social, su carne se consume tras un solo propósito; otros en tanto, caen consumidos por sus ansias de dinero, del poder, que crea también la lujuria.
Tan solo una mirada, un gesto, una palabra derriba nuestra voluntad de permanecer en nuestros propósitos y luego la muerte asechando por todas partes, y siempre la despedida de un amigo, un familiar, nos vamos…
Hemos venido a presenciar el acontecimiento, dijo alguna vez alguien y lacera, ¿por qué no podemos retener la belleza, lo insólito, lo verdadero…?
Hemos venido aquí y me pregunto ¿habrá posibles anclas para nuestro andar? ¿Podremos arribar a otros puertos, a otras geografías, donde podamos atrapar la permanencia?
Oh Señor, hemos vistos tus bellezas, pero el tiempo nos aniquila...
Escrito Por Altagracia Pérez
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